Impulsar políticas contra la hostilidad, es clave para generar confianza y bienestar entre compañeros de trabajo
No es un tema sencillo pues cada quien tiene experiencias distintas en los sitios de trabajo, dependiendo de su relacionamiento y empatía.
Pero cuando uno ha convivido en ambientes tóxicos en el pasado, aprende a identificar los síntomas de alerta. Por eso -en mi experiencia- es primordial siempre hacer una pausa en nuestra rutina profesional para «leer el cuarto» y analizar qué tan sostenible y saludable es permanecer en un lugar insano.
La dinámica de equipo es reflejo de su líder.
Tan cierta es la frase de que el líder marca la pauta en cualquier organización, que resulta inevitable atribuir los éxitos y fracasos de los equipos a sus cabezas. Y subrayo que hablo de líderazgo y no de gerencia. Ya tenemos claro a esta altura que hay una abismo de diferencia entre un jefe y un líder. El primero no tiene el menor interés en el bienestar de su equipo sino en el propio y basa todas sus decisiones en términos de «cómo me beneficia o afecta a mí». El segundo tiene una visión holística de la organización, sus metas y el recurso humano como eje para llegar a ellas, por lo que siempre procura un ambiente sano, colaborativo y en armonía con la comunicación transparente.
Cuando la inseguridad del jefe, se traduce en actitudes maqueavélicas
Todos tenemos áreas de mejora, pero si de algo puedo ser testigo; es de haberme topado con varios «jefes» maqueavélicos. Estos tienen una habilidad sobrenatural para leer el cuarto, pero en búsqueda de amenazas para exterminarlas. Estas amenazas pueden no ser reales, pero siempre están en mente de estos individuos, pues alimenta sus fantasmas de fracaso y temor a perder escalones.
El Choteador
Éste es un narcisista cuyo único fin es descalificar a su equipo con tal de sentirse superior. Tiene serios problemas de infancia y canaliza su frustración, haciendo bullying de sus colaboradores a sus espaldas. Quiere hacer sentir a los demás que tiene un gran sentido del humor, pero en el fondo todo lo dice con intención de dañar.
El Tramposo
Todo su discurso va dirigido a engañar a los demás. Quiere decir lo que la mayoría quiere oir, pero en el fondo está esperando el momento para actuar en contra de cualquiera. Trata de ganarse la confianza de la gente, pero con el objetivo de buscar al débil para hacerle caer. Jamás se compromete con nadie que no sea sí mismo.
El falso
Tiene la habilidad de presentarse como una persona extremandamente amable, comprensiva, pragmática y llena de buenas intenciones. Pero detrás, cultiva relaciones humanas con tal de tener aliados, amigos cercanos -casi que confidentes- para obtener información sobre su equipo.
Nunca te dirá la verdad de las cosas. Siempre irán maquilladas con una nube de excusas poco creíbles.
El Agresor
Éste se cree con el poder de lastimar emocionalmente, porque es la única forma en que aprendió a expresar sus frustraciones.
Buscará cualquier excusa para denigrar, degradar, sancionar y apuntar a los errores con mayúscula.
Provee pocas soluciones, pero siempre buscará apuntar con el dedo, antes de asumir responsabilida.
Estoy seguro que hay más categorias que usted puede agregar a esta lista, pues como mencioné al inicio, cada individuo tiene experiencias distintas.
Lo que sí es común denominador, es que los ambientes tóxicos son producto de la acción u omisión de sus líderes.
Permanecer en ellos, conlleva una factura emocional, física y profesional, que no recomiendo pagar.
Es por ello que hay que saber cuándo llegar, pero ante todo, cuándo hay que alejarse de sitios tóxicos, para cultivar la paz mental.