En Televisión, nadie está sobre el supremo interés público de informar
En 1997 tuve la grán oportunidad de mi vida cuando la conocida periodista Amelia Rueda me dio la oportunidad de estar frente a una cámara de televisión, siendo yo aún un estudiante de periodismo. Desde ése momento supe la enorme responsabilidad que conlleva el pararse frente al lente para comunicar en nombre de todo un equipo de trabajo, y créame cuando menciono «enorme responsabilidad», porque me ha tocado hacerlo ya por 24 años.
Recuerdo como me sudaban las mános y cómo no podía dormir las noches previas a mi debut como presentador del programa matutino del que recién era parte.
Fue justamente ese nerviosismo y el sentimiento de querer hacerlo bien, el que me abriría una puerta en la televisión nacional y extranjera años después.
Presentar debe ser un acto de humildad con el público y perderse en esa misión, es muy peligroso.
El Set es sagrado, me decían mis ex directores de noticias, Pilar Cisneros e Ignacio Santos en Telenoticias cuando hablaban de lo recelosos que eran al decidir quién podía sentarse en la silla del «escritorio de noticias».
La dinámica de un presentador puede prestarse para confusiones en un ambiente periodístico de televisión en el que se apuesta todo por una figura. Precisamente es aquí cuando hay que tener sumo cuidado de no perder el norte de la misión que conlleva el interpretar las noticias y dar la cara por sus compañeros comunicadores.
Ha sido suficientemente documentado el momento en que un presentador de noticias pierde su norte y deja expresar sus frustraciones al aire. Han sido estos precisos momentos los que han determinado el fin de una carrera prometedora, que sucumbe ante el grave error de pensar que «yo soy el medio y el medio soy yo».
La frustración bien canalizada puede ayudar a mejorar un producto, pero de lo contrario, destruye el ánimo de cualquier equipo.
Precisamente por la vorágine que conlleva representar a los periodistas, jefes de información, productores y técnicos que están detrás; es que muchos no saben canalizar sus emociones, pero es aquí donde se sobrepone el interés público antes que el personal.
Y es por eso que la pantalla se respeta, porque tener la luz roja al frente puede exponenciar el talento de un presentador o puede ser testigo de su última aparición en cámara.
Me parece muy importante respetar la pantalla pero no ser muy acartonado. Creo q también se necesita cierta espontaneidad, claro solo la experiencia puede guiar a un presentador del momento preciso para mostrar al ser humano en pantalla
Te deseo éxitos en el nuevo proyecto. Su dirección en hoy hizo creer en los noticieros nacionales.
Concuerdo. A veces pareciera inofensivo expresar el punto de vista propio, se pierde la objetividad.
Siempre he considerado a don Freddy Serrano como un excelente profesional. Por el contrario desde hace tiempo venía observando a don Douglas Sánchez Jiménez innecesariamente agresivo y hasta irrespetuoso.